La iluminación circadiana y el sueño, una cuestión de salud pública

Los trastornos del sueño pueden afectar al estado de salud general y la calidad de vida de las personas. La mayoría se dan por problemas con los ciclos naturales de sueño, respiración, dificultad para dormir o somnolencia durante el día. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce 88 tipos distintos de trastornos del sueño, pero el insomnio es el más frecuente. El insomnio crónico afecta al 8-10% de la población adulta, y el insomnio transitorio lo sufren alrededor del 40% de la población de cualquier país occidental.

Uno de los principales problemas de la exposición nocturna a la luz con pico de azul es la supresión de la melatonina, una hormona que se segrega en la oscuridad de la noche y que es esencial en la regulación del sueño.

La migraña es otra enfermedad que afecta a la salud de las personas y se debe, en la mayoría de ocasiones, a la sensibilidad de la luz y el mal uso de ésta. 

La Asociación Española de Pacientes con Cefalea AEPAC sitúa en el 80% la población que sufre algún tipo de Cefalea (Dolor de cabeza), entre las que se encuentra la migraña; lo que supone una situación de total incapacidad para llevar una vida normal, profesional, social y a veces incluso familiar. 

Son dolores punzantes que afectan por lo general a un lado de la cabeza y están asociados a síntomas como la náusea, vómito y fatiga. Además, se cree que el 85% de quienes sufren migraña también son extremadamente sensibles a la luz fría, lo que deriva en un trastorno conocido como fotofobia.

A su vez, Mario Motta, cardiólogo de la Asociación de Medicina Estadounidense, señaló que ya existen numerosos estudios que asocian la sobreexposición a la luz artificial con pico de azul con el desarrollo de cáncer de mama y próstata y el peligro de que esta enfermedad avance más rápido cuando hay una exposición excesiva. 

¿Por qué es importante la iluminación circadiana para nuestra salud?

Todas nuestras funciones vitales sufren una regulación diferencial según el momento del día en que nos encontremos. Esta regulación se lleva a cabo de manera cíclica jornada tras jornada a través de los ritmos circadianos.

La luz recibida a horas inadecuadas y en cantidades desproporcionadas es un elemento que incide en el sistema de regulación circadiana del ser humano provocando potenciales efectos negativos en su salud mental y biológica. Por eso, es necesario lograr un entorno de iluminación que no interrumpa el ritmo circadiano de las personas, mejorando la calidad de su sueño y su estado de ánimo.

Los efectos de la luz sobre la fisiología humana dependen de muchos factores, entre ellos de la intensidad y la temperatura de color. Los tonos tenues y cálidos nos facilitan el sueño y las luces frías nos mantienen activos y concentrados. Los niveles de luz y la temperatura de color que percibimos van subiendo desde la mañana hasta su punto álgido a mitad del día, lo que nos indica que es tiempo de estar despiertos. Todo este ciclo forma parte del reloj biológico del ser humano a lo largo de las 24 horas del día.

Mediante los ritmos circadianos el cuerpo vierte al torrente sanguíneo sustancias que fomentan la actividad durante el día y el descanso durante la noche. La duración y el momento de inicio y fin de estos ciclos lo determinan las horas de luz natural y su temperatura de color. 

Sabiendo que la luz solar es la que regula la actividad de muchas de las funciones vitales de nuestro organismo podemos apreciar la gran importancia que tiene en nuestras vidas una buena iluminación.

La luz que se adapta a los ritmos circadianos

En SETGA llevamos años trabajando para conseguir una iluminación saludable con el objetivo de mejorar la habitabilidad, seguridad y eficiencia de nuestras ciudades, poniendo el foco siempre en la calidad de vida y la salud de sus habitantes.

Gracias a la tecnología LED Circadionic patentada por SETGA y fabricada en España, esto es posible. Su integración en la mayoría de nuestras luminarias,  ha permitido su incorporación en diferentes ciudades de Europa y España. 

Circadionic preserva el ciclo circadiano de los ciudadanos mediante la variación de la temperatura de color. Adapta la temperatura de color de la luz teniendo en cuenta la actividad económica, la salud pública y la seguridad urbana de cada ciudad y de sus habitantes. La luz estática no es la solución, las urbes son dinámicas y necesitan que su alumbrado público también lo sea en función de necesidades puntuales. 

Así, en otoño-invierno, aunque anochece sobre las 17:30-18:00h, Circadionic sitúa la temperatura de color a un nivel neutro por encima de los 4200 kelvin (luz blanca) a fin de propiciar la segregación de cortisol y sensación de luz día en los ciudadanos, pues a esa hora la actividad social, comercial y de ocio público sigue siendo elevada. Es a partir de las 20:30h cuando se reduce a temperaturas de color más cálidas entre los 2700-3000 kelvin con el objetivo de inducir la segregación de melatonina, hormona del sueño, y fomentar un descanso saludable durante la noche. 

Esto supone un salto en la evolución de la luminotecnia que va más allá del ahorro energético, pues la iluminación circadiana mejora la calidad de vida y el bienestar del ser humano, encontrando el equilibrio necesario para conseguir un mundo más justo y saludable para todos. 

Tú duermes y la ciudad descansa.

La luz cuando la ciudad descansa

Farola, iluminación exterior / SETGA

Las urbes en realidad nunca duermen, pero si descansan. Tienen vida y movimiento a cualquier hora del día y la noche. Transitan las horas acompasadas con los quehaceres de los humanos que las habitamos. Y nosotros, a lo largo de las jornadas y de los meses, variamos el vigor con el que afrontamos nuestras actividades, modificamos rutinas, y por lo tanto, cambiamos  nuestras necesidades.

La iluminación desarrolla un papel fundamental a la hora de acompañar en su armonía vital a las personas. Nuestro reloj biológico determina los ritmos circadianos y tiene que ver con los cambios que un individuo registra en su ciclo diario en aspectos físicos, conductuales o mentales. Se relaciona directamente con el color y la intensidad de la luz: La luz incide en nuestro bienestar.

La intensidad lumínica que necesitamos para hacer diferentes tareas a lo largo de la jornada, incluso, la que nos predispone para afrontarlas con mayor actitud, es proporcional al grado de actividad. En la actualidad, los sistemas de control del flujo lumínico son capaces de modificarse en función de las necesidades del momento, así permiten un uso eficiente del alumbrado.

Iluminación inteligente además de eficiente

Los nuevos diseños de iluminación pública lo tienen presente y buscan no solo un ahorro de consumos, sino también una luz inteligente que acompañe a los habitantes de las ciudades y villas en su tránsito diario.

Cada espacio y cada hora de la noche tienen necesidades lumínicas diferentes.  En SETGA, una compañía gallega de ámbito internacional con sede en Pontevedra, han desarrollado una tecnología que denominan Circadionic y que justamente, permite esa regulación de la luz en intensidad y color.

Iluminación exterior de la ciudad adecuándonos al momento del día o de la noche / SETGA

Cada vez cobran más fuerza conceptos como la iluminación integradora. En esta nueva idea de la iluminación, el ser humano es el epicentro. Se ha constatado científicamente  que la temperatura de color y los niveles de luz influyen en el estado de ánimo, rendimiento y salud de las personas. Por eso la evolución del diseño lumínico de nuestras ciudades ha derivado a tener presente estas cuestiones tan ligadas al concepto Smart City.

Estamos en una época con una nueva cultura de la luz en la que se valora una iluminación más calmada, confortable y eficaz. Que nos permita gozar en cada momento de la noche en toda su extensión. Los espacios públicos han de estar iluminados inteligentemente.

Más allá de la vinculación entre salud e iluminación, tecnologías como Circadionic colaboran en el ahorro de consumos y en el cuidado del planeta. Hace ya tiempo que se ha desechado la idea de que la eficiencia energética consiste simplemente en utilizar lámparas de bajo consumo. Efectivamente la eficiencia energética tiene que ver con reducir gastos energéticos y en eso, tecnologías más eficientes, como la LED, tienen mucho que aportar. Pero el concepto de eficiencia va más allá. Hoy en día no basta simplemente con colocar farolas cada ciertos metros que expandan su chorro de luz a un espacio equis metros cuadrados sin más criterio. Es un concepto del pasado. La evolución nos ha llevado a que en nuestro tiempo, poder regular la intensidad y temperatura de color, de la iluminación que se aplica a un espacio en las diferentes horas del día y la noche, supone un uso inteligente de los recursos.

Transitar hacia la noche de modo gradual e iluminar lo necesario

En nuestro país anochece en invierno sobre las seis de la tarde, pero a esa hora sigue siendo muy alta la actividad social, comercial y de ocio del espacio público. Las personas acuden a diferentes lugares al salir del trabajo o de sus lugares de estudio, van de compras… En ese momento, sería muy importante que la temperatura de color de la luz de dia que va desapareciendo, con temperaturas de color 5000-4000ºK, coincidiese con la del alumbrado público que acaba de encenderse, lo que se denomina luz blanca. Eso nos mantendría activos debido a la componente azul de la luz. Pero cuando avanza la jornada y volvemos a casa la temperatura de color debería aportarnos un entorno más calmado con luz cálida, entre los 3000 y 2200 kelvin. Ese tránsito hacia la noche se puede graduar a través de tecnologías como Circadionic respetando así el ritmo circadiano humano.

Importa cómo iluminamos. Hacia dónde dirigimos ese haz lumínico, cómo lo definimos en cuanto a su intensidad y qué tipo de luz emite con respecto a parámetros como la temperatura de color. Atrás se han quedado concepciones obsoletas de chorros de luz alumbrando a doquier.

Las luminarias de exteriores deben iluminar el espacio concreto que se pretende y no otro. Un exceso de luz está considerado un gasto innecesario de energía y puede incluso derivar en contaminación lumínica.  Evitar, por ejemplo, la  llamada luz intrusa es una de las peticiones en las que se incide en los nuevos diseños de iluminación urbana. En ese sentido, el flujo de luz puede y tiene que estar controlado iluminando los planos previstos en el proyecto y no otros. El diseño lumínico de una ciudad es una decisión que afectará al día a día de sus vecinos durante años, por lo que debe estudiarse a fondo y en manos de auténticos profesionales.

Por mucho que vivamos en un mundo globalizado, cada ciudad tiene una personalidad propia que también está presente en cuestiones como el uso de los espacios e incluso en el mobiliario urbano. En ese sentido, las farolas, balizas y otros elementos de iluminación de espacios públicos  mantienen viva la personalidad e idiosincrasia de una ciudad. Por eso, el diseño de iluminación de una ciudad, no es igual al de otra. Lo que sí es común en todas es la importancia de la calidad y dinamismo de la luz en nuestro ritmo vital, en saber regularla cuando la ciudad esta activa y también cuando descansa.